Aliados: Offs capítulos 1 al 10 (segunda temporada)


En el comienzo de la segunda temporada los que están secuestrados y detenidos son los Seres de Luz. Fueron al rescate de sus misiones y terminaron siendo atrapados ellos: todo había sido una trampa de Justo para capturarlos. Esta vez son los seres humanos, ayudados por Fermín y su grupo de aliados, quienes deben rescatar a los Seres de Luz. Para resolver este misterio jugará un papel central Joaquín (Pablo Martínez), las revelaciones de Devi son las pistas importantes a seguir.
Justo, logrará infiltrar al Arca a un par de jóvenes: Bianca (cantante española), Gala (novia de Joaquín) y Milo, su hijo no reconocido.
Después de varias complicaciones los chicos (seres humanos) logran rescatar a sus Aliados seres de luz, pero Justo tiene un plan letal en marcha...

Te contaremos más en próximo post con más textos de off.


Capítulo 1: “Aislados”
NOAH

Nunca me importó nadie. Nunca había llorado por otro, ni había sentido pena o compasión. Nunca había amado a nadie. Yo era el único protagonista de mi vida, los demás eran extras. No saludaba a nadie ni recordaba sus nombres, no atendía el teléfono, ni respondía mails... Vivía en una isla, MI isla. Y era el rey.
Hasta que ella llegó y empezó a construir puentes. Ella fue el final de mi sufrimiento, ella es la vida que cuida la vida. Ella fue mi amor y mi aliada. Ella creó los lazos que me sacaron de mi aislamiento.
Ellos nos dieron amor sin pedir nada a cambio, y amándonos así, nos enseñaron a amar. Ellos nos enseñaron que amistad significa amar. Ellos fueron el espejo que reflejó nuestra mejor cara, la verdadera. Ellos nos perdonaron una y otra vez, y cada vez que fallamos, nos dieron una chance más. Ellos nos dieron el único lugar en la balsa, el último plato de comida, el único abrigo en el frío. Ellos nos dieron todo y no pidieron nada. Ellos dieron su vida para que nosotros le demos valor a la nuestra. Ellos vinieron a un mundo oscuro, sólo para iluminarnos. Vinieron sólo para sacarnos del abismo.
Llegó el momento de ser aliados de nuestros aliados. Ahora nos toca liberarlos a ellos. Por que sin ellos somos nosotros los que estamos aislados.
Pero claro, llegar hasta ese lugar no fue nada fácil.
Aquel día apenas se llevaron a Venecia corrí a pedir ayuda. Entendimos que se trataba de un ataque coordinado, algo planeado. Pero, ¿cuál era ese plan? Pero todo era desconcierto. Recién empezamos a entender un poco lo que estaba pasando cuando después de más de dos meses de encierro, Maia logró escaparse. Ya no había dudas, todo había sido un plan perfectamente sincronizado. Desde un principio el plan fue capturar y aislar a los seis seres de luz, y lo consiguieron.
Era cierto, no sabíamos donde estaban, los tenían aislados. Pero aún así, el puente que nos unía seguía intacto.
Una relación es verdadera cuando nos modifica.
Dos aliados son mucho más que la suma de sus partes.
El amigo que más queremos es ese que conoce nuestras miserias y nos quiere a pesar de ellas.
Un aliado no habita en nuestros recuerdos, ni siquiera en nuestro corazón, habita en nuestra alma, es nuestra alma.
Hay un privilegio mayor que el del ser amado, el de poder amar.
Eso me dio ella, eso le debo. Yo era un hombre que no podía amar. Ahora no puedo vivir sin su amor.
Ellos cruzaron el universo y se hundieron en el abismo.
Cruzaron el infierno sólo para salvarnos, incluso de nosotros mismos.
Ellos lloraron nuestros dolores y sanaron nuestras heridas.
Despertaron nuestras almas desde el interior de nuestras almas.
Y vinieron a contarnos que el universo entero cabe en un abrazo.
El plan era simple: primero había que descubrir dónde los tenían.
Hace un año esta foto hubiera sido imposible.
Manuel y Maia intentando juntos hackear una red. Otra foto improbable.
Hay encuentros, redenciones o perdones que un año atrás eran impensadas.
Fue gracias a ellos que empezamos a sanar. Buscándolos a ellos estamos siguiendo el camino que nos abrieron. En realidad nos buscamos a nosotros mismos.
Kobu extraña a Devi, y yo a Venecia. Su aroma. Su sonrisa. Sus ganas de ponerme siempre frente a un problema. Sus labios. Su amor.
Hoy nos reconocemos en ellos. Azul es Luz. Y Luz es Azul.
Sin ellos ya no somos nosotros.
Con ellos nos animamos a mirarnos al espejo.
Con ellos nos animamos a enfrentar el miedo.
Ellos aislaron nuestra soledad.
Ellos aislaron nuestro dolor.
Ellos nos enseñaron a ver otra vida dentro de la vida.
Somos los mismos, pero somos distintos.
Ya sabíamos lo más importante para avanzar: hacia dónde ir. Ya no hay vuelta atrás, ya sabemos dónde están y hacia allá vamos, a rescatarlos.
Podrán tenerlos encerrados, podremos estar separados, asustados y confundidos, pero no estás aislado mientras haya alguien que piense en vos. Porque un aliado es lo opuesto a estar aislado. Un aliado es el que se va hasta el fin del mundo y más allá a rescatarte.


Capítulo 2: "Superpoderes"
MANUEL

Cuando era chico yo creía que era un inútil, con el tiempo me fui convenciendo. Hoy no tengo dudas: no sirvo para nada.
Poder o no poder, de eso se trata todo. Y yo siempre sentí que no podía, nada. Hasta que viene alguien que confía en vos más que vos mismo y te dice: vos podés, vos tenés superpoderes. Y, al menos, te hace dudar.
Azul tiene la habilidad de hacerse notar, y eso a veces, puede ser un don. No es que eso precisamente sea un poder, pero bien usado, para una causa noble, es un don.
Saber y poder no son sinónimos, pero podrían serlo, porque si lo sabés hacer, lo podés hacer. Pero para poder, no alcanza con saber, también hay que deber.
Si algo bueno tiene la necesidad, es que nos puede volver muy poderosos. Hay una palabra que barre con todo los "no puedo": disciplina. La disciplina es el arte de dominar cualquier arte. La disciplina, la constancia, el esfuerzo, es fe en que lo imposible se puede volver posible.
Es verdad, hay gente que nace con un don innato o con recursos naturales para algunas cosas. Pero toda habilidad requiere esfuerzo, dedicación y mucha práctica.
En general, uno puede lograr casi todo, cuando de eso depende tu vida. Porque cuando tu vida está en juego, no te preguntás si podés o no... sencillamente, hacés lo que tenés que hacer.
Poder, depende en juego, no te preguntás si podés o no... sencillamente, hacés lo que tenés que hacer. Poder, depende en gran medida de querer poder, de tener el deseo de poder lograrlo.
Dicen que hay gente que ha levantado un auto con sus manos para salvar a un ser querido. O personas que atravesaron un río helado nadando. Algunos se curan de enfermedades incurables. Otros sobrevivieron a campos de concentración, sostenidos por el recuerdo de sus afectos.
La historia está llena de prodigios, de milagros. En todos esos prodigios, lo que los vuelve superpoderosos, siempre es el amor. Es el amor el que te impulsa a correr, a abrir puertas, a correr juntos.
Ahora nadie está preguntándose si puede o no, simplemente, estamos haciéndolo. No importa si se trata de salvar tu vida, lograr ese pequeño sueño o conseguir una cita con la chica que te gusta, cuando algo te importa mucho, el deseo te vuelve superpoderoso. El deseo te impulsa. El deseo te saca de la inercia, te despierta, te empodera.
Imposible, muchas veces, es eso que todavía no intentaste.
Lo que hace superpoderoso a Superman no es que pueda volar, o que tenga superfuerza, sino lo poderosos que son sus enemigos.
La medida de una habilidad es la de las dificultades a las que se enfrenta. Lo mejor de descubrir tu poder es que dejás de quejarte. ¿Para qué querrías tener superpoderes si tuvieras dificultades que enfrentar, no?
Si lo hiciste una vez, lo podés hacer dos. Una vez que descubriste de qué sos capaz, el cielo es el límite. Cuando aprendés a confiar en vos mismo, en tus capacidades, cuando descubrís que si querés podés, desaparecen tu dudas, tus temores. Ya no te detenés a pensar si podrás o no, simplemente lo hacés.
Los superhéroes no se andan preguntando si podrán volar, o hacerse invisibles, o levantar un camión, sólo lo hacen. Tampoco esperan a no tener miedo para hacerlo, lo hacen, incluso con miedo.
Y una vez que descubrís cuál es tu poder y cómo funciona, de lo único que te tenés que cuidar, es de tu debilidad. Todo superhéroe tiene su kryptonita, eso que lo hace vulnerable. Conocer tu debilidad es más útil que conocer tus superpoderes, te recuerda que incluso el más poderoso tiene algo contra lo que no puede.


Capítulo 3: "El hijo del presidente"
MAIA

De papá… todo es de papá. No importa quién seas, importa hijo de quién sos.
El hijo de papá hace y dice lo que quiere, porque de última, viene papá y paga los platos rotos.
La vida es una ruleta y hay pocos números ganadores, seguro vas a perder, salvo que seas un príncipe o el hijo del presidente.
Si existiera la cigüeña, yo me haría un guiso de cigüeña porque ella es la culpable de todo, depende de dónde te deje tu vida va a ser buena o un infierno. Pero si no sos hija de rey, hay otra manera de ser princesa… casarte con un príncipe.
En la vida nada es real, todo es vestuario: depende el vestido que te pongas la fiesta a la que podés entrar. Todo depende de qué pieza te tocó ser de la ajedrez, si te tocó ser reina o si te tocó ser peón, tu vida va a ser muy distinta.
Los sueños y los deseos son engaños para que por un rato te sientas una princesa y te olvides de que sos Cenicienta, pero tarde o temprano se hacen las doce y el vestido se hace harapos.
Todos somos el dibujo de algún pintor, alguien decide qué lugar vamos a ocupar en la pintura. En la vida hay dos clases de personas: actores y espectadores. A unos les pasa todo lo bueno, los otros miramos.
La libertad es una ilusión, nadie hace lo que quiere ni siquiera lo que puede, todos hacemos lo que otros quieren.
Estoy harta de que las miradas se las lleven otros, de que el amor sea para otros, de que la felicidad sea de otros. El mundo es de los otros. Pero no, eso que está ahí y parece al alcance de nuestras manos, jamás lo vamos a tener. Los privilegiados, los elegidos nunca pierden.
ÁMBAR
¿Estás cansada de ser una espectadora? ¡Andá y sé protagonista! ¿Querés algo? ¡Peleá por eso!
No sos la casa en la que naciste, sos la casa que vos construyas. Vos no sos los padres que te tocaron, sos los aliados que vos elegiste.
Rompé ese espejo que te devuelve siempre la misma imagen de vos. Elegí ser otra. Poder elegir eso es mucho más que un privilegio.
Vos no sos tu destino, sos el camino que vos mismo te abrís.
Hasta el hijo del presidente sufre, teme y necesita lo mismo que vos. No hay privilegiados, hay privilegios.
Y al privilegio del amor todos tenemos acceso.


CAPÍTULO 4 “LA SEQUÍA”
FRANCO

Y sí, somos todos unos giles, valoramos las cosas cuando las perdemos, ¿o no es de giles valorar el agua cuando hay sequía?
Valorar el agua cuando vivís en el desierto es fácil, vivís pensando en eso que te hace falta, deseándolo, te acostumbras a desear.
La falta de agua en el desierto produce espejismos, te hace ver cosas cuando no las hay. La sequía es un baño de realidad, viene y te dice: ¡Ey chabón, no des nada por sentado!
Ser un seco puede significar que te falte guita o que te falte simpatía, en la sequía siempre algo te falta. Eso que derrochabas, ahora te falta. Eso sin lo que no podes vivir, ahora te falta, eso es la sequía. Pero cuando naces en el desierto como yo, le das valor a cada gota de agua, porque sabés que hay pocas, porque sabés que son como la felicidad, se evapora. Los que estamos acostumbrados a la sequía, no nos ponemos a festejar con un chaparrón.
Lo peor de que te falte algo que tenías fácil no es que te falte, sino que te das cuenta de que no sabés cómo conseguirlo. En cambio, los que siempre las tenemos difíciles tenemos el lomo más curtido, estamos igual de secos, pero al menos no nos decepcionamos tanto, porque no esperamos tanto.
El agua es como la libertad, o como la seguridad, basta que te falte un instante para valorarla. Que te falte el agua es como que te falte el amor, no solo lo extrañás, sino que te das cuenta de que no podés vivir sin él.
Nací y crecí en la sequía, sé muy bien cuanto duele cuando te falta. Por eso mismo se cortan las cosas a tiempo, para que no duela cuando te falte. Para que el día que te corten el chorro no te pongas a llorar como un nene. Lo mejor es no soñar, no ilusionarse, no confiar. Para que no te joda cuando llegue la sequía, lo mejor es vivir en la sequía. Para que no te duela la falta de amor, lo mejor es no enamorarse. Sí, ya sé. Es de gil, pero duele menos.

CAPÍTULO 5 “INCONSCIENTES”
AZUL

Le tenemos miedo a lo inesperado, a los cambios, a eso que de pronto te cambia la vida. Pero, en realidad, la peor tragedia de nuestras vidas es eso que se repite sin cesar.
Cuando alguien se expone a un peligro una y otra vez decimos que es un inconsciente, pero ¿inconsciente de qué?
Nos gusta volver a escuchar la música que amamos o comer la misma comida. Repetimos lo que nos gusta, pero por alguna razón también repetimos lo que nos hace mal.
Estamos dormidos viviendo de memoria, haciendo lo mismo día tras día como un disco rayado, hasta que algo, o alguien, nos cambia la perspectiva. Muchos creen que no ser conscientes es una forma de viajar liviano. Sin darnos cuenta vamos creando las condiciones para que vuelva a ocurrir eso que nos hace tan mal. Pero, ¿por qué lo hacemos?
Cuando sos chico no sos consciente de los peligros a los que te exponés. Esa es la diferencia entre chicos y adultos: la inconsciencia sobre el peligro. Cuando sos grande sos el único responsable de caer una y otra vez en la misma trampa.
Lo inconsciente no es lo que no podemos ver, sino lo que no queremos ver. Hay algo que tenemos en común todos los seres humanos: todos tenemos algo que no queremos ver.
La inconsciencia es un bálsamo. Ser consciente, estar despierto, es una tarea compleja. Estar despierto es agotador, es por eso que todo el tiempo nos refugiamos en la cálida y cómoda inconsciencia.
A veces estamos tan dormidos que si viniera alguien a decirnos: ¡Ey, estás cometiendo otra vez el mismo error!, pensaríamos que está loco. El secreto de la inconsciencia es no ver lo evidente. Y ahí estoy, otra vez, dando una pelea que no es mía.
¿Qué pasaría si despertaras?¿Qué pasaría?
Esa fuerza poderosa que nos lleva a repetir una y otra vez lo que nos lastima no es caprichosa, algo quiere, pero ¿qué?
Nuestro inconsciente es como una caverna oscura, iluminada de tanto en tanto por un destello, y está hecho de nuestros miedos, de todo lo que no queremos enfrentar.
Despertar es abrir los ojos al abismo que suele ser la vida. Es por eso que todos preferimos guardar esa verdad en la más hermética inconsciencia. Pero a pesar del gran esfuerzo que hacemos por no despertar, a veces la vida no nos deja escapatoria. A veces, la vida nos encierra en un callejón sin salida y no nos deja otra opción que abrir los ojos. Ya está, la vida te despertó de un cachetazo. Eso ocurre, a veces, ocurre. La pregunta es: ¿y ahora, qué vas a hacer?
Sabemos cómo lidiar con la frivolidad de la mentira, pero casi nadie está dispuesto a afrontar la crudeza de la verdad. Es por eso que casi siempre la primera reacción es correr, huir, alejarse de la verdad.
Tal vez tenemos miedo de despertar, porque ese despertar podría ser violento. Quizás el miedo sea liberar a ese ser oprimido y pisoteado durante tanto tiempo. Quizá, al que queremos mantener dormido es a ese otro que sufre en silencio a cualquier precio. Y de pronto te encontrás otra vez en la misma escena, haciendo lo mismo de siempre, sufriendo lo mismo de siempre, y te preguntás: ¿cómo llegué hasta acá?¿Cómo?, tratando de despertar.
La vida te va a acercar oportunidades para despertar, como para seguir inconsciente. Ya es tu responsabilidad tomar una o la otra. Despertar no es placentero, ni divertido, ni alegre, solamente real. Ser consciente no es algo sencillo y nadie te asegura que podrás manejarlo. Despertar es crudo, es duro y caótico. El verdadero despertar es como el despertar tras una pesadilla, con un grito, agitado y con la firme decisión de salir de ese mundo tortuoso. No es fácil, es duro, angustiante y aterrador, y está lleno de falsas ilusiones, y ante esa decisión estás solo.
Una sola cosa es segura tras el despertar: no hay vuelta atrás.

CAPÍTULO 6 “LO QUE SIENTO”
JOAQUÍN

Para expresar lo que pensamos, hay palabras. Para comunicar lo que queremos, hay palabras. Hay palabras para todo menos para expresar lo que sentimos. A veces no querés sentir lo que sentís y la única manera de tapar un sentimiento es con otro más fuerte. Te aturdís, te llenás de ruido para no escuchar eso que sentís y que no podés pronunciar.
Solo uno conoce la naturaleza de lo que siente y qué sería capaz de enmascararlo. Nada habla más de lo que sentís que lo que no podés decir. La compulsión, ese impulso autodestructivo, siempre está ahí, agazapada, rondando como un cuervo. Olfatean el olor de una herida abierta y sobrevuelan sobre vos, listos para atacar. Huelen tu miedo, tu ignorancia. La recaída es una falsa medicina para una falsa enfermedad, es un intento de tapar a toda costa ese dolor que nunca se fue.
¿De qué sirven todos los esfuerzos por dejar atrás el dolor si tus piernas son de piedra y no podés avanzar y el dolor siempre te alcanza? La causa de las recaídas, es la intolerancia al dolor.
La misma herida de siempre vuelve a abrirse y uno corre a la solución conocida. Resentir es sentir demasiado. Recaer no significa ser débil, sino que el dolor recrudeció. Porque eso lo define, lo que sentimos y lo que hacemos con eso que sentimos.
Las adicciones son falsos remedios que calman por un tiempo el dolor, dolor que no cesará hasta que hagas algo con él. Porque ese es el que sos, debajo de todo lo que hacés para tapar tu dolor y en medio de la confusión, eso que sentís, ese sos.
El miedo, los temores excesivos son la anticipación de todos los dolores que podrías llegar a sentir. Temer es presentir, es sentir antes de tiempo. Somos lo que sentimos. Si sentimos odio y resentimiento, somos odio y resentimiento. Es muy difícil poner en palabras el dolor profundo, pero, paradójicamente ese dolor puede ser aliviado con palabras.
Todo trauma es hijo de otro trauma y, a veces, hay que curar los dolores muy atrás en el tiempo. Para llegar a ellos hay que atravesar la anestesia emocional, las heridas profundas. Eso que es indecible es lo único que el tiempo, que todo cura, no puede curar.
Esos dolores atávicos, heredados y legados permanecen en el tiempo y se vuelven cada vez más intensos. Los dolores traumáticos no conocen de analgésicos, solo se pueden aliviar cuando empezás a entender qué es eso que sentís. Son sentires muy humanos que atraviesan por la mitad a víctimas y victimarios.
Nos alivia pensar que hay un lugar en nuestra alma en la que podemos guardar los dolores que nos acompañan, un lugar donde eso que sentimos ya no dolerá tanto. Pero no existe ese lugar donde guardar los dolores ni placebo que los calme, solo hay boca, brazos, manos y ojos para expresar todo lo que siento.
El dolor es un corazón en carne viva que solo se podrá curar cuando pueda ser dicho.

CAPÍTULO 7 “MADRE, PADRE, TUTOR O ENCARGADO”
VALENTÍN

Padrinos, es algo que nunca tuve. En realidad, nunca tuve nada. Ni padrinos, ni madre, padre, tutor o encargado.
Al principio, cuando nacés, sos hijo de alguien. Tu nombre es importante porque te dice quién sos, pero tu apellido también, porque te dice de dónde venís. Tu nombre, tu apellido, de quién sos hijo, quién es tu hermano, o padre de quién sos es importante, porque te dice quién sos, y el día que te vayas van a poder decir quién fuiste.
Cuando no tenés apellido, te vas volviendo invisible y mudo, no podés decir quién sos y nadie te nombra. Cuando un hijo busca ser reconocido por el padre, todo el mundo piensa que va atrás de la guita, y puede ser, porque uno necesita sentir que vale algo.
El bautismo es como que te den el carnet de un club, te dan la bienvenida. Sin eso, uno siente que está de prestado en todos lados, te sentís un colado en tu propia vida. Es como un país: sin historia, no hay país.
Tener nombre pero no apellido es como una esquina de una sola calle, si no sabés las dos calles, vas a andar perdido. Un apellido es una dirección exacta, te dicen: “¡Bienvenido!, este sos vos y esta es tu historia”. Sigo siendo una esquina de una sola calle.
Cuando sos hijo de tal, o nieto, o sobrino, o el ahijado de tal, nunca más vas a estar solo en el mundo, y eso es una fiesta.
Podés cambiar todo en tu vida: tu aspecto, tu color de pelo, incluso tu nombre y hasta tu apellido, pero hay cosas que nunca cambian, eso es la identidad. Es como un actor que se cree el personaje. Te dicen: sos un pobre pibe que vale menos que la basura, o sos re millonario; y vos te la creés. ¿Eso es la identidad?
La identidad es la suma de quién te tocó ser y en qué te convertiste, una mezcla de lo que querés mostrar y lo que realmente sos, eso es la identidad.
La identidad es eso que nos duele a todos los que no tenemos apellido. Tu identidad es todo lo que sos, pero también todo lo que no sos. Es la familia que tenés, y también la que no tenés, la que te falta. Eso también sos. La identidad no se trata de tener, se trata de saber, sea lo que sea, saberlo.
Que te mientan sobre tu origen es como no tener ni nombre ni apellido, no sos nadie, no existís. La identidad también es que alguien quiera que existas, que estés en su vida. La identidad, es que al final puedan poner tu nombre en la tumba y decir quién fuiste.
La mentira o el silencio sobre tu identidad te llevan a la pregunta más difícil: ¿quién soy?; o la pregunta más triste: ¿quién me quiere?
La verdad te lleva a la libertad. Ya no estoy solo, ahora tengo un hermano, tengo madre, padre, tutor y encargado. Ya no soy una esquina de una sola calle, ahora tengo nombre y apellido: soy Valentín Uriarte. Lo más importante de la identidad es que los demás úeden reconocerte, pueden saber quién sos, quién no sos.

CAPÍTULO 8 “EL RENACIMIENTO”
VENECIA

Y de repente, así como a veces un sueño nos ayuda a despertar, la muerte nos ayuda a renacer.
Todo es muy real hasta que despertamos, ahí nos damos cuenta de que estábamos soñando. De la misma manera que comprendemos al despertar que estábamos soñando, comprendemos que estábamos muertos cuando renacemos. Eso hace el amor, el amor real, nos sacude de la muerte a la vida. El problema de la muerte es un problema de los vivos, porque con esa muerte, algo de ellos también tiene que morir.
Renacer es como la verdad, junto a ella, la mentira es una farsa ridícula. Renacer no es más que una nueva chance, la posibilidad de una nueva vida en la vida. Renacer es un despertar de los sentidos a otra dimensión, no se percibe nada nuevo, sino lo que siempre estuvo ahí y no se veía.
En arte, se llamó Renacimiento al rescate de la cultura clásica griega. Lo nuevo fue la mirada, y eso fue un despertar. El despertar no es “a” la vida, es “en” la vida.
Hay una diferencia entre revivir y renacer. Alguien que murió, puede revivir. Alguien que se sintió morir con ese que murió, puede renacer. No sorprende que en seres tan paradójicos, muchas veces cuando más despiertos están, es cuando sueñan. No es necesario morir para renacer, sino perderle el miedo a la muerte. Se nace llorando y se renace llorando. El despertar arrasa con el amor platónico, es otra forma de renacer. Despertar no es cómodo ni placentero, es solo real. Entonces cuando alguien despertó, ya no hay más muerte, ni miedo, ni desesperación, no hay más dualidades, ni engaños, ni espejismos; solo hay amor y vida, es decir, inmortalidad.

CAPÍTULO 32(9-SEGUNDA TEMPORADA): UN MUNDO AJENO
INTI

Los humanos viven esforzándose para que nada cambie. Corren, sufren y hasta van a la guerra para que la vida que tienen sea siempre igual. Pero el cambio es la esencia de la vida. Desde el preciso momento en el que son concebidos, los seres humanos son puro cambio. Y sin embargo, es lo que más los angustia: los cambios, lo que no permanece inalterable. El plante en el que viven gira sobre su eje permanentemente. Y con este movimiento, todo cambia: el clima, la noche, el día, las marea, la vida. Pero los humanos lo sufren, porque cada cambio los hace sentir que están en un mundo desconocido y, por lo tanto, ajeno.
Pero ¿cuál es la razón por la que los humanos se rehúsan a los cambios? Los cambios sacan a los hombres del mundo que dominan y los llevan a otro inexplorado. El verdadero temor no es al cambio, sino a lo desconocido.
La nostalgia es el duelo por un mundo que ya no existe, lloran por ese mundo que no pudieron apresar y que ya cambió. Hay algo que angustia más que los cambios y lo desconocido: lo repetido, lo mismo de siempre, eso que nunca cambia.
Nunca creas que sabés todo, porque el cambio es la naturaleza humana. Solo hay dos posibilidades ante el cambio: negarlo o cambiar con él; lo que no puede hacerse es detenerlo. ¿o no venimos a eso? A cambiarlos, a cambiar, y el cambio tiene vida propia, se abre camino. El cambio, cambia en sí mismo.
Ustedes están convencidos que la gente en el fondo no cambia, de que eso que son en esencia siempre seguirá igual. Bueno, les tengo noticias. No solo se puede cambiar, sino que van a cambiar; están cambiando en este momento, lo quieran o no. Y cada instante es una oportunidad para que ese cambio que va a ocurrir sí o sí, sea positivo para vos. Y si el cambio es positivo para vos, lo será para tu mundo también, porque tu mundo está cambiando segundo a segundo con vos. Si algo vive, está cambiando y nadie sale igual de un encuentro. Así como nosotros vinimos a modificarlos y terminamos siendo modificados. Porque si no salís modificado, es porque no viviste.
Ni las piedras permanecen inalterables en este mundo. El cambio no es bueno ni malo, pero puede hacernos buenos o malos, eso es lo único que si está en tus manos. Y aún cuando parezca que siempre es el mismo invierno, siempre habrá un rayito de sol que te diga que el cambio está ocurriendo, siempre está ocurriendo. Estás cambiando vos, nosotros, el mundo. Y cuando vuelvas a abrir los ojos, vas a estar en un mundo ajeno. ¡No intentes apresarlo! Cuando te vayas tu mundo habrá cambiado, ojalá que para mejor.

CAPÍTULO 10 “LA DECISIÓN”
AZUL

¿Somos nosotros los que llegamos a la verdad, o es ella quien llega a nosotros? De cualquier manera, lo que se interpone entre nosotros y la verdad, es una decisión. La mayoría de las veces la verdad, eso que tanto queremos saber, está ahí, al alcance de la mano. Si está ahí, si es tan accesible, ¿por qué seguimos deambulando en la ignorancia?¿Es falta de interés o es cobardía?¿Qué razón nos hace preferir el silencia o la mentira, en lugar de la verdad? Se puede vivir toda una vida caminando por el filo de la verdad, o se puede ir directo a ella, solo es una decisión. Llegar a ella, o dejar que ella llegue a nosotros. La verdad es una decisión que nos cuesta mucho tomar.
¿Por qué razón no descorremos ese velo que nos impide ver la verdad?¿De qué nos protege esa ceguera?¿Qué clase de peligro es la verdad que para proteger a alguien debemos mentir? La verdad nos rodea con contundencia, nos atiborra de señales elocuentes. No se trata de poder verla, sino de quererlo. La verdad está ahí, siempre ahí, al alcance de tu mano. Entre vos y ella no se interpone más que una decisión.
¿Qué es ese temor a decir o a escuchar la verdad? ¿Qué tememos perder? La verdad te saca de un mundo y te lleva a otro. Tal vez la resistencia a la verdad se deba a que luego de ella, ya no se puede volver atrás. La verdad te vacía de excusas y no te deja otra alternativa más que hacerte cargo.
La verdad es una elección y como en toda elección, se pierde o se gana. La mentira es aferrarse a lo que no se quiere perder. La verdad desaloja la mentira que se instaló en tu vida y convive con vos como si fuera un miembro de tu familia.
La verdad es una medicina amarga, cuesta tragarla, pero te cura. La verdad es incómoda, fría y árida. La verdad te quita, sobre todo, ilusión, pero te transforma en alguien más verdadero. La verdad no se parece a ninguna especulación, no promete finales felices ni noticias complacientes, solo te asegura la verdad, el suelo más firme para construir lo que es.
La adultez es dejar atrás los caprichos infantiles y aceptar la vida como es, es hacerse cargo; y el camino a la adultez es la verdad. La mentira o el silencio, te hunden en las arenas movedizas de la especulación. La verdad, en cambio, te deja un solo camino por delante: la acción.
La verdad es lo opuesto a la ignorancia, es el combustible para avanzar. La verdad es una luz contundente, ante la que los fantasmas de las cavilaciones retroceden. Una vida verdadera, es tener opciones, es poder elegir y hacerlo.
Mentir, es mentirse. Decir la verdad, es ser la verdad, es vivir de verdad; y es una elección, una decisión que asusta porque es elegir perder. Perder la ilusión, perder todo lo que quisiéramos que nuestra vida fuera, perder ambiciones, comodidades y distracciones, perder esperanzas y sueños, es perder todo ese consuelo que nos inventamos por temor a que doliera la verdad.
La verdad es soltar, soltar amarras y nadar en un mar de libertad.

Gracias @solchi_g por aportar este material para el post.

1 comentario:

  1. Que buena onda que pusieron los off

    Chicos es verdad que quedan 3 capítulos de Aliados?

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